Ha pasado ya mucho tiempo de mentiras y falacias. Y sigue el pescado sin vender. Estoy cansada
de esperar. En época de elecciones los candidatos igual que maracanases desvergonzados vienen
a echarme cuatro imprecaciones para la gilada prometiendo que se van a ocupar de mí. Pero yo
estoy convencida que a este paso voy a entrar en el libro de los record Guinness.
A mi gente, la que todos los días se rompe el alma trabajando y tiene que viajar de urgencia le
quiero pedir perdón porque he roto sus vehículos, por haberme cortado por varios días, por usar
el serrucho, pero no ha sido mi culpa.
Una vez sentí mucho miedo cuando en inmediaciones del paraje Nahuel Niyeu las aguas
caudalosas me partieron por la mitad y desgarraron mi piel arrastrando con su furia parte de mi
cuerpo. Y jamás me compusieron. Solamente letanías y promesas. ¡Qué mala es mi suerte!!
Fui la causa de empresas corruptas, de caballito de batalla de todos los candidatos, de críticas y
anatemas por doquier. Sigo igual y a nadie se le mueve un pelo.
Me hirieron con voladuras, por cada capa que fallaba me pusieron otra, y hasta me comparan con
la obra del Escorial. Escoriaciones son las que tengo, chapucerías y unos pozos que muchos llaman
baches que dan miedo, pero nada; a nadie le importa mi mala fortuna.
Soy la única ingenua que en vez de avanzar, como el cangrejo va para atrás. Pasan las estaciones,
pasan las nevadas, pasan los aluviones, pasan los años: todo pasa y yo estoy siempre igual:
inacabada.
Licitación tras licitación siempre falta un papel, una coma, un tilde; que este se fundió, que no
hubo oferentes, que los recursos son escasos. En fin ¡Qué papelón!!
Me han clavado con carteles: “Animales sueltos”, “Desvío” y otras lindezas por el estilo como
“Zona Wifi” que nunca anda. Faltaría que pongan, por ejemplo, sobre mí para protegerme, estoy
inerme.
Si hay deslaves o derrumbes soy noticia en los medios por algún tiempo, pero después, como
siempre sucede, son cosas que se olvidan.
Y me produce un gran dolor que me echen la culpa por los accidentes viales que han dejado
víctimas fatales. ¿Quién paga una vida, los funcionarios?
Así estamos ¡y dale que vá!!
Ya he visto dos inauguraciones con bombos y platillos, pero, siempre hay un pero. “Que la mar
está en bajante, que hay que esperar el cambio de algún secretario”.
Cuarenta años, cuarenta kilómetros y los cuarenta ladrones de Alí Babá. ¡Qué cosa! Dijo Barbosa.
Y ahora con las votaciones vamos de mal en peor: recorte de recursos y otras chácharas. Está que
da asco la situación en Damasco.
Por si los lectores no lo han adivinado, me presento: -SOY LA RUTA 23.