Un grupo de investigadores avanza con el uso de una especie endémica como alternativa a los alimentos balanceados. Hasta el momento fue probado en truchas y con buenos resultados. Conocé qué otros insectos podrían formar parte de las nuevas fuentes proteicas.
La búsqueda de alternativas a las fórmulas tradicionales de alimentos llevó a un grupo de investigadores a pensar en una solución con múltiples beneficios. Se trata de un proyecto que se encuentra en fase experimental y que utiliza a una especie endémica de la región que, en un principio, podría suplantar a los alimentos balanceados para animales.
Valeria Fernández Ahrex, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche (IFAB), contó que se encontraron con una problemática que aqueja a productores rurales y comunidades mapuche de Río Negro y Chubut: la invasión periódica de tucuras sapo y la afectación a la comida del ganado, entre otras complicaciones.
A partir de esa situación es que los investigadores decidieron avanzar en una alternativa que evite el uso de agroquímicos, cerca de cultivos y viviendas, para combatir a ese saltamontes patagónico. Es que, cada determinado período de tiempo, y según las condiciones climáticas, se genera un estallido poblacional hasta que se convierte en una plaga. Según contó, en determinados momentos pueden encontrarse hasta 150 de estos insectos por metro cuadrado. Luego avanzan sobre cultivos, mallines y toda fuente alimenticia de los animales de la zona.
Ya inmersos en esa problemática, los productores se ven perjudicados económicamente porque deben reemplazar el alimento que conseguían naturalmente, pero también advierten sobre un daño “socio productivo” porque los insectos se acercan a los cursos de agua, las casas y generan malestar en la población. “Uno abre la canilla del baño y aparecen estos insectos por cualquier parte de la casa”, detalló.
Durante las conversaciones con las comunidades y los productores surgió una alternativa para disminuir esa población de insectos. Los investigadores terminaron por probar un método que consiste en aspirar los saltamontes y analizar su componente nutricional dado que pudieron conocer que algunos pueblos originarios ya los utilizaban como fuente alimenticia.
Ya en el laboratorio descubrieron que las tucuras sapo contenían hasta un 75% de proteínas, vitaminas B, lípidos y carbohidratos, contra un 40 a 60% de proteínas que ofrecen los balanceados de uso animal.
Fernández Ahrex confió que estos resultados le dieron impulso al análisis del polvo de insectos como alternativa a los alimentos de engorde y es por eso que ya se trabaja con el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) en una reglamentación que no solo permita el consumo animal sino también humano.
“Varios grupos de investigación a nivel nacional están trabajando con el uso de distintos insectos para dar un fundamento más fuerte para que salga la reglamentación en Senasa”, explicó sobre una intervención que incluyó pruebas experimentales en juveniles de trucha arcoíris. Es que para ese tipo de granjas el contexto actual sumó como problemática el alto costo del alimento balanceado en la etapa de engorde.
Esos ensayos experimentales permitieron comprobar que tras el uso del polvo de tucuras no hubo mortandad de truchas, que comían normalmente y se logró un cambio de coloración favorable respecto a aquellas alimentadas con balanceados. Sin embargo la investigadora remarca que se trata de una alternativa a los alimentos tradicionales.
¿Cómo se hace?
Durante la charla, Fernández Ahrex contó el paso a paso del proceso que realizan los investigadores. En primer lugar se captura a los insectos, se los guarda en un congelador para matarlos (según protocolo), pasan a una estufa para luego ser molidos y generar el polvo o harina. El paso final será incluir algún otro componente nutricional para garantizar el crecimiento de la trucha.
La profesional destacó que la técnica no es novedosa en el resto del mundo y es que fuera de la Argentina ya existen barras proteicas con polvo de insectos y comidas alternativas como fideos o panes que se venden en Europa.
Pero mientras el suceso se vuelve algo habitual, y dado que no existe la cría de insectos a gran escala, los investigadores locales pensaron en un plan que incluye a las comunidades y los productores, quienes podrían bajar el uso de agroquímicos y sumar una fuente económica a partir de la venta del polvo de tucura sapo.
Mientras tanto, en otros laboratorios del país ya se prueba el polvo de grillos para panificados, con “buenos resultados”, aseguró, y otras variantes con larvas de mosca soldado negro.
“No hay que tener miedo, es una fuente proteica alternativa”, repite Fernández Ahrex acerca de aquello que podría convertirse en la comida del futuro pero que, según analizó, funcionará como una opción frente a los demás alimentos que tradicionalmente se encuentran en las góndolas.
* El trabajo es desarrollado por investigadores de los Grupos de Fauna y de Nanomedicina Veterinaria del IFAB (INTA-Conicet), de la Agencia de Extensión Rural de El Maitén del INTA Esquel, del Instituto Tecnología en Alimentos (ITA) del INTA, del Senasa, del Inibioma (Conicet- Uncoma) y del Ipatec (Conicet-Uncoma).