Valcheta.- (APP) Hoy, 23 de Agosto, estoy de cumpleaños, y pienso ¡cómo ha pasado el tiempo!! Día propicio para hacer un balance y reflexionar un poco. A los 72 años exactos de mi edad he llegado a entenderme un poco (menudo trabajo). Creo haber cumplido gran parte de mis sueños: contraer matrimonio con Irma, que me cuida, me quiere y me tolera hasta en las más pequeñas cosas ¡qué afortunado que soy!! Es una gran mujer. Haber tenido la suerte de tener dos hijos y dos del corazón, o sea cuatro, que me dan en forma permanente todo su cariño y se preocupan por las enfermedades que a estos años suelen merodear por nuestro cuerpo. Por las familias que han formado y por esa maravilla que son los nietos, siendo Muna, de un añito, nuestro más preciado tesoro. Por haberme dedicado siempre con la misma pasión a la lectura. Por tener a mis pocos pero fieles amigos que en los momentos más difíciles me han acompañado. Por el oficio más maravilloso del mundo, este de ser escritor por más de sesenta años, que me hace feliz y me conforta. Por poder alternar entre mi casa de Valcheta (mi lugar en el mundo) y la del balneario Las Grutas, donde el mar azul me habla con la voz de las olas. Por haber escrito 15 libros y trabajar en el próximo que hablará de mis años jóvenes en Bahía Blanca (ya llevo escritas 70 trabajosas páginas). Por mi trabajo durante muchos años como Secretario Legislativo en el Concejo Deliberante de Valcheta. Por haber conocido desde pequeño a la edad de 6 años al Señor Jesús en una iglesia evangélica. Por ser como soy; un hombre imperfecto que ama la vida y sus circunstancias, buenas o malas.
Ya muy pocas cosas ofuscan mi carácter, y por nada creo que me enojo o guardo rencor a nadie. Y aprendí que perdonar es una forma de olvidar.
Me gusta caminar, la buena mesa con los amigos, escuchar música, releer buenos libros, ver películas, regar las plantas de mis casas, ordenar mi biblioteca, coleccionar antigüedades, acariciar a Olivia, nuestra gata, mirar a mis pintores favoritos en los libros de arte, atesorar más 1.000 libros dedicados por sus autores incluyendo un Canto General de Neruda dedicado con su tinta verde, y comprar en la medida de posible lo que me gusta, a pesar que Irma me reta.
He aprendido en la vida muchas cosas: ser humilde, no humillar a nadie, militar en las causas justas, evitar las peleas y las discusiones, vestir con sencillez, soportar a los intolerantes, porque como decía don Quijote de Sancho Panza “cada cual es como Dios lo hizo y a veces mucho peor”.
He sido un niño feliz y un adolescente tímido e introvertido, un joven que supo vivir la bohemia y la militancia política, un hombre que todavía cree en las viejas utopías, en las grandes causas, en la justicia y que estaría feliz si el hombre se entendiera con el hombre.
Mi compromiso ha sido siempre y será con la dignidad de los seres humanos y con la coherencia entre mis ideas evangélicas, mi literatura y la forma en que vivo y actúo.
Este año (al decir del gran poeta Vicente Aleixandre) me di cuenta cabal que tengo “una mala salud de hierro). Dos operaciones y recientemente por otras dolencias tres días internado en el Hospital de Las Grutas. Y, es que los años no pasan en vano y estos achaques nos esperan a todos. La vida, es muy fugaz, y la muerte, esa compañera, aguarda en algún recodo del camino. No le tengo miedo. Dios sabe cuando nos necesitará allá, donde se vive de veras. Sólo se que debo aprovechar a fondo los años de vida que todavía me quedan.
Y así habré de seguir, como siempre. Escribiendo y soñando. Y como dijo el gran Antonio Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar / me encontraréis a bordo ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos del mar”.